Hace 428 años los vecinos de lo que antes era conocido como Yzquipulas, según Antonio Fuentes y Guzmán, esperaban ansiosos a la orilla del antiguo camino de Cruz Alta, para unirse a la procesión que desde antigua Guatemala acompañaba al Cristo, cargándolo en hombros hasta estas tierras.

No cabe duda que una imagen del Jesús Crucificado, mostrando en su rostro los gestos de dolor que tan fielmente imprimiera a la escultura el portugués Quirio Cataño, no solo causaba asombro y consternación, sino también admiración debido a la calidad del trabajo realizado.

El cortejo procesional tardó 3 meses en llegar a Esquipulas, pues según los registros históricos en cada pueblo hacía una estación que duraba varios días, siendo objeto de veneración por parte de los pobladores de cada lugar.

El día 9 por la tarde, la procesión llegó a la Casa Parroquial, en donde según se dice, había una capilla en la que fue colocada la imagen. A partir de entonces, la gente del poblado comenzó a atribuirle milagros, cuya noticia llegó hasta los más apartados rincones de América.

Para 1680 se inicia la construcción de la iglesia de Santiago Apóstol, la cual fue inaugurada dos años más tarde. Las peregrinaciones continuaron, incrementándose notablemente, por lo que se hizo necesario contar con un espacio mayor. Y fue entonces que en 1740 el Obispo Fray Pedro Pardo de Figueroa encargó la construcción de un nuevo templo.

Su devoción al Cristo de Esquipulas (culto que recibió un reconocimiento oficial cuando Pardo de Figueroa dijo que este Cristo le había curado de una enfermedad contagiosa) le movió a emprender la edificación del Santuario que alberga la imagen del mismo nombre. 

La construcción arrancó en el año 1740 bajo la responsabilidad del arquitecto Felipe de Porres, aunque el diseño pudo ser de su padre Diego. A finales de 1743 logó que la Iglesia de Guatemala fuera elevada a la dignidad de Arzobispado, siendo nombrado Primer arzobispo de Guatemala.

A finales de 1750 se sintió gravemente enfermo y durante una visita a Esquipulas, para supervisar los trabajos de edificación de su anhelado Santuario, entregó su espíritu al Señor.

El 2 de febrero de 1751, sus restos mortales recibieron sepultura en la Iglesia de Santiago de Esquipulas. El Santuario de Esquipulas fue bendecido el 4 de enero de 1759 y el 4 de enero del mismo año fueron trasladados sus restos mortales de la Iglesia de Santiago al nuevo Santuario de Esquipulas, siendo depositados a los pies del Altar mayor, cumpliendo así su deseo último de estar a los pies del Milagroso Señor de Esquipulas.
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